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Fisio para recuperar dolor cervical

Fisioterapia

Nuestro cuerpo está diseñado para moverse e interactuar con el entorno de manera libre y fluida. Cuando estamos sanos y nos hacemos daño, es capaz de curarse por sí mismo, con tiempo y reposo consciente.


En algunas ocasiones, por caídas, movimientos desafortunados, desgaste o situaciones de estrés, nuestro cuerpo puede colapsarse y no es capaz de gestionar la recuperación por sí solo.


Mediante la terapia manual y el ejercicio, la fisioterapia ayuda a aliviar el dolor, mejorar la movilidad y recuperar la fuerza.




¿Cuáles son las patologías más frecuentes?



Cefalea tensional


El dolor de cabeza más común es el causado por tensión muscular. El estrés, las malas posturas, sobreesfuerzos,… pueden comenzar a provocar dolores de cabeza leves/moderados que, si no se tratan, perduran en el tiempo e incluso incrementan su intensidad.


La primera solución que se suele buscar son los analgésicos, que palian el dolor pero este vuelve cuando cesan sus efectos. Por eso, es importante identificar la causa de la cefalea y tratarla desde su origen.


La fisioterapia puede rehabilitar los desajustes musculares, articulares y nerviosos implicados en el dolor y así recuperar la movilidad y calidad de vida que merman los dolores de cabeza.



Lumbalgia 


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la lumbalgia es la primera causa de consulta a nivel mundial (70%) y solo un 4% requiere cirugía.


El dolor lumbar suele ser constante y localizado, empeora con el esfuerzo y molesta a palpación de la zona afectada. Cuando es más grave, puede provocar espasmos musculares e irradiación a miembros inferiores. 


Habituados a él, modificamos nuestra postura, evitamos los movimientos que nos provocan el dolor y nos vamos limitando para evitar despertarlo. La lumbalgia puede cronificar si no se interviene a tiempo, agravándose lentamente la sintomatología hasta convertirse, en muchas ocasiones, en incapacitante.


La fisioterapia, mediante sus múltiples técnicas dependiendo del origen de la lesión, reduce la sensación de dolor, mejora la fuerza y recupera la calidad del movimiento causados por la lumbalgia. 


Es importante comenzar el tratamiento cuando aparecen los síntomas, ya que la recuperación es más larga y compleja cuanto más antigua es la lesión. 



Bruxismo 


El bruxismo es un trastorno silencioso en el que, de manera inconsciente, se rechina, aprieta o cruje los dientes, tanto despierto como dormido. 


Está asociado al estrés y al constante estado de alerta muscular en los músculos de la mandíbula. 


El bruxismo leve no suele requerir tratamiento, pero si es frecuente e intenso, puede producir trastornos en la mandíbula, dolor de cabeza y daños dentales.


Los fisioterapeutas trabajamos mano a mano con los odontólogos para paliar las complicaciones derivadas del bruxismo.


La fisioterapia reduce el dolor asociado a los trastornos de la articulación temporomandibular (ATM) y optimiza la biomecánica tratando y reeducando la musculatura.  



Cervicalgia 


Es habitual notar la zona del cuello y los hombros cargada e incluso sentir que ese dolor se extiende e intensifica tras días de mucha actividad y estrés o noches de insomnio.


Las vértebras cervicales albergan el sistema nervioso que distribuye la información hacia la cabeza, miembros superiores y parte superior del tronco. En muchas ocasiones, la musculatura, los discos intervertebrales o las mismas vértebras ponen en compromiso la información que maneja el sistema nervioso e irradian dolor, pesadez u hormigueo hacia esas zonas. 


Gracias a la fisioterapia podemos inhibir el dolor, recuperar la sensibilidad y reeducar los patrones posturales y dinámicos que nos puedan llevar a recaer. 



Esguinces


Cuando ocurre un sobreestiramiento o desgarro de los ligamentos de una articulación se provoca un esguince.


Es muy habitual lesionarse el tobillo, los dedos de la mano o la muñeca, pero toda articulación es susceptible de sufrirlo. 


Tras comprobar que no hay otras estructuras comprometidas y conocer la gravedad, el tratamiento inicial es reposo relativo, hielo, compresión y elevación.


Tras 24/48 horas, podemos comenzar a reducir el edema y la inflamación y comprobar la movilidad y fuerza.


No está indicado el reposo absoluto (excepto en los esguinces grado III), ya que se pierde estrepitosamente movilidad, fuerza y control.


La fisioterapia ayuda a drenar el exceso de edema, reduce la inflamación, trabaja la musculatura implicada en la lesión y expone progresivamente la articulación al movimiento para conseguir una pronta recuperación.



Tendinitis


El tendón es la parte más distal del músculo, donde se une con los huesos, y su composición es más fibrosa, ya que recibe mucha tensión. Cuando se lesiona, se inflama provocando dolor y limitación de movimiento.


Mediante tratamiento de la musculatura, trabajo de la flexibilidad y movilidad del tejido y la exposición gradual a la carga y el ejercicio, la fisioterapia puede recuperar la vascularización, sensibilidad y capacidad de soportar carga que el tendón había perdido con la lesión.


Las tendinitis más comunes son en los músculos del manguito rotador (hombro), epicondilitis y epitrocleitis (codo), tenosinovitis de Quervain (muñeca), trocanteritis (cadera), pubalgia (ingle), tendinitis rotuliana (rodilla) y tendinitis aquílea (tobillo) 



Rotura fibrilar


Los desgarros suelen provocarse por un estiramiento excesivo de las fibras musculares, debido a un golpe externo o contracción brusca habitualmente durante o tras el ejercicio.


Los músculos más propensos a sufrir roturas fibrilares son los cuádriceps, los isquiotibiales y los gemelos. 


Mediante técnicas de fisioterapia y ejercicio reducimos el dolor al movimiento, recuperamos la elasticidad y aseguramos un regreso seguro a la práctica deportiva. 


Fracturas y fisuras


Cuando un hueso se fisura (se rompe una parte) o se fractura (aparece discontinuidad completa en la estructura) se deforma la zona lesionada, surge inflamación y hematoma y se inicia un dolor intenso que impide la movilidad.


Hay múltiples formas de fracturarse un hueso, dependiendo de su gravedad será necesario intervenir quirúrgicamente o simplemente reducirlo e inmovilizarlo.


La fisioterapia tiene un papel fundamental en las lesiones traumatológicas. En primer lugar, estimula la síntesis del calcio necesario para la regeneración ósea y reduce el edema y la hemorragia asociadas a la lesión. 


Tras la consolidación del hueso, la fisioterapia ayuda a recuperar la fuerza, el control y la movilidad perdidas a raíz de la lesión y la inmovilización.


Las fracturas más comunes son: radio-cúbito (antebrazo y muñeca), húmero (brazo), clavícula (hombro), fémur y pelvis (cadera, especialmente en la tercera edad)



Luxaciones


La luxación ocurre cuando dos huesos de una articulación se desplazan o pierden el contacto total entre sí. Si es de forma parcial se denomina subluxación. 


Suele provocarse por un traumatismo, directo o indirecto, y puede afectar diversas estructuras anatómicas (ligamentos, cápsula articular, nervios y vasos sanguíneos) 


En primer lugar se coloca la articulación, después se inmoviliza (para que puedan cicatrizar todas las estructuras afectadas) y conforme comienza a recuperarse se inicia la recuperación de la funcionalidad y la fuerza de la zona de la lesión. 


Es importante asegurar su recuperación completa para evitar una inestabilidad articular residual. 



Fascitis plantar


La fascia plantar es un tejido fibroso que recubre la parte inferior del pie y absorbe los impactos. Las superficies irregulares,  los zapatos con mal soporte, los trastornos del arco plantar o los impactos de repetición pueden provocar la inflamación de esta estructura y generar un dolor intenso. 


La fisioterapia combina las técnicas manuales y los ejercicios y estiramientos analíticos necesarios para la recuperación exitosa de la fascia plantar. 



Rehabilitación postquirúrgica


Tras una intervención quirúrgica suele aparecer inflamación, edema, pérdida de cantidad y calidad de movimiento y adherencias (por las cicatrices ocasionadas)


La fisioterapia traumatológica tiene como objetivo restaurar la salud de todas las estructuras implicadas en la operación. Asegura la correcta cicatrización, enseña a gestionar y comprender el dolor y recupera la fuerza y la movilidad perdidas.